La noche quedó sola. La ciudad también. Los ojos claros que escucharon de changuitos la sirena de los talleres ferroviarios se entregaron a la oscuridad. Con ellos se fue un pedazo de bohemia, de metáfora amanecida en las mesas de El Buen Gusto, El Germania, a veces El Galeón... "Desde los milenios de la piedra/ hasta el minuto de la espuma/ el tiempo es/ una mariposa que vuela", escribió en "Tránsito". El 7 pasado, había parpadeado 91 julios.
Néstor Rodolfo Silva era hombre de Tafí Viejo. Sus libros "Ciudad hacia la noche”, “Virginia”, “Vuelta de página”, “Deslinde”, “El viaje" se fusionaron en su "Antología poética", que en 1987, editó la Secretaría de Extensión Universitaria de la UNT. “Una escritura escueta, prácticamente alejada del esplendor de las metáforas, que busca en los tonos grises del habla corriente e inclusive de la vida cotidiana, el milagro del hecho poético, la otra cara del siniestro trajín de las metrópolis... Una escritura justa y necesaria, sobria y contenida, honda y fecunda”, escribió sobre su poesía Rodolfo Alonso.
Ubicado en la Generación del 60, el poeta obtuvo el Premio “Ricardo Jaimes Freyre”, correspondiente a la rama poesía de los Premios Bienales a la Producción Intelectual 1968/69, instituidos por el Consejo Provincial de Difusión Cultural. (CPDC) La Antología de la Poesía Argentina, con selección y prólogo de Raúl Gustavo Aguirre, incluyó siete poemas de Silva. En 1972, su poema “Hacia el encuentro”, ilustrado por Aurelio Salas, ganó el XII Salón del Poema Ilustrado, organizado por CPDC.
De bajo perfil, de buen sentido del humor, irónico, recordaba: “En El Buen Gusto me codeaba con la flor y nata de la literatura, el teatro, en general de la cultura de Tucumán. Recuerdo a “Pancho” Galíndez precediendo la mesa más cercana a la puerta, al cual todos concurrían para saludarlo. Otra mesa ilustre era la de Oscar Quiroga, Fernando Arce y el gallego Antonio Caro. Ese boliche fue como mi segundo hogar”.
“Cuánto tiempo andaré/ si soy sincero/ escuchando lo que dicen las estrellas/ mirando lo que dibuja el sol/ luchando peleando estando en paz en un poema”, escribió en “Ciudad”. Néstor Silva ya partió, llevándose un Tucumán que no volverá.